miércoles, 28 de mayo de 2014

Matthieu Ricard: "Los hábitos de la felicidad "




    A pesar de que meditar es algo que la ciencia ha evaluado detalladamente durante las últimas tres décadas, pocas veces, dentro del análisis científico de la meditación, se toma en cuenta un factor esencial: la felicidad. Esta cualidad o estado del ser humano, históricamente el más anhelado, parece estar íntimamente ligado con otra abstracción “vivencial” a la que accedemos las personas, la paz interior, la tranquilidad. Y precisamente estos escenarios del ser,son los que favorece, como destino, el sendero de la meditación.
    Tomando en cuenta lo anterior, quizá la forma más sencilla de acercarnos a una definición de ser feliz radique en hacer conscientes los principales obstáculos para conquistar dicho estado, partiendo del hecho de que este concepto perdería su sentido si no se incluyera en el mapa de referencia a la tristeza. De acuerdo con Schopenhauer, el dolor y el aburrimiento excluyen la posibilidad de ser felices, algo con lo que Séneca coincidía. Por otro lado, Tomás de Aquino enfatizaba en la falta de virtud y de voluntad, es decir en la desidia y la corrupción personal, como los principales enemigos de la felicidad. Mientras que en la tradición budista se hace hincapié en el deseo y el apego como las principales trabas.
    Así que llevado a un contexto contemporáneo, podríamos aventurarnos a definir la felicidad como la ausencia de ciertos estados y sentimientos, los cuales generan una frecuencia que difícilmente nos permitirá acceder a ella. Entre estos tendríamos que iniciar por una de las antitesis de ser feliz: el enojo. Y continuaríamos con el estrés, el dolor, tanto físico como emocional, la angustia,y algunas otras construcciones mentales que, lamentablemente, nos han hecho prisioneros.  
    Estas reflexiones nos remiten al caso de Matthieu Ricard, un monje budista francés a quien los medios han adjudicado la ridícula etiqueta del “hombre más feliz del mundo”, algo que, afortunadamente, él mismo desestima.
    Tras completar su tesis doctoral en genética molecular, hace 35 años, Ricard abandonó su prominente carrera científica para entregarse por completo a la disciplina del budismo tibetano.
“De algún modo, consciente o inconscientemente, directa o indirectamente, a corto o a mediano plazo, todo lo que hacemos, todo lo que anhelamos, lo que soñamos, está de algún modo relacionado a un profundo deseo de conseguir la felicidad”, afirmó Ricard durante su participación en las conferencias de TED. 
    Desoyendo a Chesterton, neurocientíficos de la Universidad de Wisconsin llevaron a cabo un estudio para medir los niveles de felicidad de cientos de voluntarios. Ricard fue uno de ellos, y el monje francés manifestó una actividad notablemente superior al resto de los participantes, en la región del cerebro en la que se procesan los sentimientos positivos, principalmente la compasión.
     Desprendiéndose de todo aquello en lo que los occidentales suponemos radica la felicidad: fe en un Dios salvador, éxito profesional, pericia científica, dinero, posesiones, relaciones humanas y consumo, consumo, consumo… Y es que Ricard no es ajeno a nada de esto: hijo del miembro emérito de la academia francesa Jean François Revel, Ricard no se dejó deslumbrar por el ateísmo ilustrado de su padre, ni por su fe de nacimiento; tampoco sus estudios de genética celular en el Instituto Pasteur le trajeron la satisfacción deseada. A punto de convertirse en una eminencia científica, un buen día decidió que ése no era el rumbo que él quería para su vida. Se fue al Himalaya, adoptó el celibato y la pobreza de los monjes, aprendió a leer el tibetano clásico e inició una nueva vida desde cero. Hoy es la mano derecha del Dalai Lama y ha donado millones de euros (producto de la venta de sus libros) a monasterios y obras de caridad. La causa de la infelicidad hay que buscarla en otro lado, dice el jefe del estudio, Richard J. Davidson, y no es ningún misterio ni gracia divina: Se llama plasticidad de la mente. Es la capacidad humana de modificar físicamente el cerebro por medio de los pensamientos que elegimos “entrenar“.

Matthieu Ricard (nacido en 1946) es un monje budista que reside en el monasterio Shechen Tennyi Dargyeling en Nepal
Nació en París. Es hijo del renombrado filósofo francés Jean-François Revel (Jean-François Ricard) y de la pintora Yahne Le Toumelin, por lo que creció rodeado de las ideas y personalidades de los círculos intelectuales franceses. Viajó por primera vez a la India en 1967.
Obtuvo el doctorado en Biología Molecular en el Instituto Pasteur bajo el patrocinio del premio Nobel François Jacob. Después de terminar su tesis doctoral en 1972, Ricard decidió abandonar su carrera científica y concentrarse en la práctica del budismo tibetano. Vivió en el Himalayay fue discípulo de Kangyur Rinpoche, un maestro de una ancestral escuela budista de la tradición Nyingma. Después se convirtió en discípulo cercano de Dilgo Khyentse Rinpoche hasta su muerte en 1991. Desde entonces, ha dedicado sus esfuerzos a completar la visión de Khyentse Rinpoche.
Las fotografías de Ricard de los maestros espirituales, del paisaje y de la gente del Himalaya han sido publicadas en numerosos libros y revistas. Henri Cartier-Bresson dijo sobre su trabajo: "la vida espiritual de Matthieu y su cámara son uno, haciendo que sus imágenes sean fugaces y eternas".
    Matthieu es el autor y fotógrafo de Journey to Enlightenment (El viaje hacia la Iluminación) y Monk Dancers of Tibet (Los monjes danzantes del Tibet) y del fotolibro: Buddhist Himalayas (El Himalaya Budista) como colaborador, así como el reciente Tibet, an Inner Journey (Tibet, un viaje hacia el interior). También es el traductor de numerosos textos budistas incluyendo The Life of Shabkar (La vida de Shabkar). El Monje y el Filósofo, libro que recoge un diálogo con su padre Jean-François Revel, fue un best-seller en Europa y fue traducido a 21 idiomas, y "El Infinito en la Palma de la Mano" (The Quantum and the Lotus), en colaboración con Trinh Xuan Thuan) refleja su interés en la relación de la ciencia y el budismo. Su último libro: "En Defensa de la Felicidad" (Cultivating Life's Most Important Skill) también se convirtió en un best-seller en Francia.

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